Publicado en Cermi.es Semanal. Por Pamela
Barahona - Beatriz Sancho
José María
Ballesteros tiene un gran sentido del humor y lo demuestra cuando se le
pregunta por el significado personal que para él tienen los premios que
recientemente le han sido otorgados y se compara, jocoso, con “esos cocineros
que les dan dos estrellas Michelín”. Se refiere al premio Cermi.es 2014 “A la
trayectoria asociativa”, que le entregaron recientemente, y el que recibió dos
semanas del Ayuntamiento de Santa Coloma por su “trayectoria en defensa de las
personas con discapacidad”.
Pero el presidente de Cocemfe Cataluña, como es natural, reconoce que su
objetivo jamás fue llevarse premios por su actividad a favor de las personas
con discapacidad y que, de hecho, jamás ha movido un dedo en este sentido, ya
que lo que persigue un activista es conseguir que dejen de vulnerarse los
derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, le resulta, como no,
“agradable” que el comité ejecutivo del CERMI, que trabaja por la discapacidad
de toda España, le haya reconocido con el galardón y, además, según apunta,
“con unanimidad por parte del jurado”.
Ballesteros nació en 1951 en Jaén, aunque emigró junto a su familia en 1957
a Santa Coloma de Gramanet en busca de un futuro mejor y un tratamiento para la
poliomielitis congénita que padece. “Es una ciudad de unos 120.000 habitantes
que limita con Barcelona, que era donde estaba la clase trabajadora durante el
franquismo, una ciudad de esas llamadas ciudades dormitorio”. Para él ha sido
una suerte vivir allí porque, de otro modo, “no hubiera vivido en una ciudad
donde faltaba todo, donde la gente tenía que luchar por conseguir la bombilla y
el asfalto de su calle” y “probablemente”, explica, “no hubiera llegado a
esto”.
Militante de la discapacidad
Jose María Ballesteros inició su lucha a
favor de las personas con discapacidad a los 20 años, participando en
movimientos vecinales, sindicales y políticos. En 1979 entró a formar parte del
movimiento asociativo del Ayuntamiento de su ciudad, y así se iniciaron también
sus curiosas e innumerables batallas. “Siempre he sido un militante de base.
Soy militante de la discapacidad. Cuando estoy defendiéndola, estoy defendiendo
a los compañeros de la ONCE, a las personas con enfermedad mental, a los
compañeros con discapacidad intelectual, a todas las discapacidades”, dice de
sí mismo.
Comenta satisfecho que, gracias a los contactos políticos que iba logrando
en el camino, consiguió ser la primera persona en hablar con el secretario de
Estado de Hacienda y, con ello, que se aplicaran las primeras deducciones en la
renta. “Mire, a nosotros que tenemos discapacidad, las tareas de la vida diaria
nos salen mucho más caras. Cuando queremos adquirir un nuevo vehículo, por
ejemplo, tendríamos que tener un mejor precio porque cuando nos queremos sentar
en el asiento para conducirlo, antes nos habremos gastado un dinero para
adaptarlo con mandos especiales. Otros pueden ir en metro o en autobús para
desplazarse a su trabajo y nosotros para hacer lo mismo, tenemos que tener un
coche y gastar en gasolina”, le informaba al mandatario político para
conseguir sus demandas.
En aquel entonces Jose María, junto con el movimiento asociativo de la
discapacidad, estaba muy centrado en que se cumpliese la Ley de Integración
Social de los Minusválidos (LISMI), pero él entendió ya entonces que había
otras cosas que había que incorporar, como los temas de fiscalidad. En este
sentido, entendía que al igual que se luchaba por que las empresas dieran a sus
empleados becas de guarderías o pagasen una parte de ellas beneficiando a todos
los trabajadores, “lo que al final acaba siendo, tal y como lo llamábamos los
sindicalistas, el salario indirecto”, Ballesteros insistía en que para las
personas con discapacidad había que conseguir lo mismo “porque para nosotros
desenvolvernos en la vida diaria tiene un coste superior”. Y desde entonces,
dice que se le encendió “la bombilla y abrimos la brecha junto con la alcaldesa
de Santa Coloma, Manuela de Madre, para trabajar en esta línea, en temas de
fiscalidad”.
Andanzas de un activista
A partir de 1992 lideró “una serie de hechos espectaculares” en beneficio
de la accesibilidad de todas las personas con discapacidad. En una ocasión,
cuando solicitaban que se reestructuraran las aceras de la ciudad y no obtenían
ninguna respuesta, se les ocurrió amenazar con poner rampas por su cuenta e
incluso acabaron rompieron escalones de distintos puntos de la urbe.
En otra de sus luchas, cuando el metro no era accesible en Barcelona,
encadenaron las 90 estaciones de metro y bloquearon las taquillas para que la
gente viajara gratis y así tener a la población de su lado. “Decíamos a la
gente: el metro, todos los autobuses, el transporte público se financia con
dinero de todos los ciudadanos, con nuestros impuestos. Nosotros que trabajamos
también pagamos y, por lo tanto, como no podemos usarlos, hoy viaja usted
gratis con lo que nosotros aportamos”, rememora el presidente de COCEMFE.
Cuando se comenzó a elaborar la Ley de Accesibilidad de Cataluña el
parlamento catalán invitó a participar a sus compañeros y a Ballesteros se le
ocurrió introducir un artículo que incluyera la accesibilidad en la renovación
del parque móvil, es decir, que toda nueva adquisición de autobuses tendría que
ser accesible. “Con este artículo se logró en 2006 que Barcelona fuese la
primera ciudad en tener el 100% de estos vehículos adaptados”, certifica.
Otra de las aventuras que encabezó Jose María
comenzó a propósito de los recortes en Cataluña de las ayudas individuales que
recibían las personas con discapacidad. “Eran las ayudas para comprar, por
ejemplo, una silla ligera, audífonos para personas sorda, máquinas Perkins para
que las personas ciegas escribieran en braille... Es decir, cualquier ayuda
técnica de este tipo”, señala. Para respaldar su protesta y dar fuerza a esta
acción, fletó dos autobuses de personas con discapacidad y llevó 1500 carnets
de identidad de estas personas con discapacidad para empadronarse en el primer
pueblo límitrofe con Cataluña. De este modo, Ballesteros y todos los activistas
del movimiento social de la discapacidad consiguieron que el propio
presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pullol, llamara a Roser
Romero y al día siguiente de su entrevista aparecieran 200 millones de las
antiguas pesetas que habían recortado de los programas.
Afirma el galardonado con el premio Cermi.es 2014 a su trayectoria que todo
lo que hacía para conseguir sus propósitos tenía una estrategia bien meditada
para conseguir la máxima repercusión. “Durante una temporada fuimos portada en
los informativos de los sábados porque cuando acometíamos esas acciones tan
impresionantes como romper los bordillos o encadenar el metro, elegíamos los
sábados por la mañana. La elección de esa jornada no era azarosa, ya que el
domingo la lectura de la prensa se multiplicaba por cuatro”.
Espíritu solidario
José María Ballesteros ha librado muchas batallas y ha superado dos
infartos y, precisamente, días antes de recoger el premio Cermi.es 2014 “A la trayectoria
asociativa” nos cuenta, ya con sorna, pero apuntando el azar
del desino, que sufrió un síncope por el que “estuvo muerto durante unos
segundos en su casa”. De hecho, la gravedad del incidente hizo que estuviera a
punto de no poder acudir a la entrega del premio y, según cuenta, quiso enviar
a su mujer o a sus hijos a recibirlo en lugar de posponer el acto de entrega
del galardón. Pero no fue necesario. El pasado 7 de noviembre le dieron el alta
y, seis horas después, él mismo se encargó de recogerlo.
Algo remarcable de su persona y que comenta que lleva muy mal, como el
hecho de que no se respeten los derechos de las personas con discapacidad, es
que le tilden de "pobrecito” por el hecho de utilizar una silla de ruedas.
En este sentido, rebate que el ha tenido "una vida la mar de normal"
y que tiene dos hijos, cuatro parejas a lo largo de su vida, trabajo desde los
14 años y que ha viajado por el mundo. "A lo mejor resulta que si no
hubiera tenido polio, hubiera sido uno más entre la masa" argumenta.
"A lo mejor hasta tengo que agradecer mis propios méritos a el hecho de
tener esta enfermedad desde los once meses”, dice.
Recalca Ballesteros que para hacer algo por el avance de los derechos de las personas con discapacidad no hace falta estar en un partido político sino tener ganas de luchar por ello. Pero si de algo está seguro, es de que una persona que quiera trabajar por la discapacidad ha que asociarse a otras con el mismo objetivo, ya que “solo no se llega a ningún lado”. Por ejemplo, expone, "yo empecé primero con nuestras entidades locales. De ahí vimos la necesidad de agruparnos en federaciones provinciales autonómicas cuando se crearon las autonomías estatales. Y hoy el movimiento de la discapacidad en España sin el CERMI estaría en la mitad del camino. El valor de la unidad es increíble. El CERMI y el movimiento asociativo está donde está porque tenemos una asociación que se llama ONCE que es la que nos ha facilitado los recursos económicos y todo el soporte”.
A pesar de no haber buscado los galardones
que recientemente le han otorgado, José María Ballesteros se siente satisfecho
del hecho de que la asociación en la que trabajó durante doce años reconociera
su labor por la discapacidad de toda España. Pero, como insistió en esta
entrevista, no es una persona que haya movido un dedo por conseguir ninguno de
estos premios sino por avanzar en los derechos de las personas con
discapacidad.
Se siente afortunado y agradece, lo hemos dicho, a su lugar de residencia,
Santa Coloma, el haberle proporcionado este compromiso por defender los
derechos de las personas. Y es que este interés en defender los derechos del
prójimo, por cierto, es tan importante para él que se ha convertido en el
principal valor que intenta, día a día, inculcar sus dos hijos. En sus
consciencias jóvenes planta con afán semillas de solidaridad para despertar en
ellos la caridad bien entendida, la empatía hacia otras personas. Él comprende
y siente las necesidades de la gente y encuentra el sentido a su vida ayudando
a la gente. Con sus contiendas, sus empeños, sus compromisos, y tal y como él
desea, ¿quién no va a recordar como una buena persona y con cariño a José María
Ballesteros?
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